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Foto: R. arce

Fortalecimiento de capacidades y gestión del conocimiento para la gestión de paisajes forestales sostenibles en la gestión pública forestal

Comunidad socioambiental

Rodrigo Arce Rojas

Publicado: 2016-05-04

El enfoque de paisajes forestales sostenibles tiene la virtud de tomar en cuenta la totalidad de elementos, estructuras, funciones y procesos que se dan en el paisaje de tal manera que se logren armonizar lo que se ha dado en llamar sectores productivos y la conservación ambiental. Bajo esta perspectiva se promueve que la producción de bienes se integre con el mantenimiento de los servicios ecosistémicos. El enfoque de paisajes se fundamenta en una concepción territorial donde el territorio es entendido como flujos de materia, energía e información y por lo tanto no se reduce a cuestiones biofísicas sino que además incorpora la dinámica social, institucional, legal y el valor de la cultura. 

Desde una perspectiva política la gestión de paisajes forestales sostenibles implica conceptos y prácticas claras de gobernabilidad y gobernanza. Desde una perspectiva sociopolítica se requieren procesos de ordenamiento territorial y de ordenamiento forestal. Por ello se necesita construir un proceso de toma de decisiones que refleje los consensos entre los funcionarios públicos y los actores involucrados (ciudadanos, organizaciones, empresas, pueblos indígenas) que se base en la mejor información. De ahí que la generación de evidencias sea una de las tareas fundamentales para la toma de decisiones.

Para lograr los propósitos de la gestión de paisajes forestales se requiere una administración pública efectiva que tenga una alta capacidad de coordinación que permita superar la fragmentación organizativa y la hiperespecialización profesional y técnica. Todo ello en el marco de un proceso de democratización de la gestión pública, gestión para resultados y la descentralización que no debe retroceder sino mejorarse.

Avanzar en la dirección de los paisajes forestales sostenibles implica captar, desarrollar y mantener los talentos humanos que hagan posible la aplicación de los principios de la gestión de paisajes. Precisa por tanto procesos de profesionalización desde la perspectiva de la complejidad. No solo se trata de funcionarios que sepan resolver problemas (que sigue siendo muy importante) sino que sepan identificar problemas, anticiparse a los problemas, aprender de los problemas, recrear nuevas posibilidades y alternativas en la solución de los problemas. Pero no se trata solo de una visión reactiva sino de incorporar una visión prospectiva que permita identificar tendencias.

Significa además que los funcionarios tienen la capacidad de superar una visión lineal de causa y efecto para reconocer la multicausalidad, la multidimensionalidad, las múltiples escalas y el comportamiento de los sistemas. Se necesita por tanto profesionales con capacidades de trabajo interdisciplinario y transdisciplinario, lo que implica mucha apertura, capacidad de tender puentes y alta predisposición para aprender desde otras perspectivas y métodos, capacidad para deconstruir y volver a construir a partir de las nuevas realidades.

Un gran reto de la buena burocracia alude a la capacidad de desarrollar un proceso de mejoramiento continuo de procesos y procedimientos. Muchas veces es la propia institucionalidad que genera camisas de fuerza de corte legal y administrativo que constriñen la creatividad y la innovación. No se trata solo de simplificación administrativa sino de optimización administrativa. Las propias presiones políticas internas con frecuencia constituyen limitantes para el despliegue imaginativo de nuevas y formas más efectivas para abordar una situación o proceso. Gran reto entonces de tumbar todos los muros que atentan contra el desarrollo y consolidación de talentos humanos necesarios para la gestión del cambio.

Promover las buenas prácticas ayuda, no obstante, es preciso avanzar hacia prácticas inteligentes y generar procesos de gestión del conocimiento de dichas prácticas. No se trata solo de enumerar las lecciones aprendidas sino de gestionar las lecciones aprendidas. No se trata solo de generar informes que aumentan los volúmenes de papel a imprimir y almacenar sino de promover procesos de reflexión y propuesta tomando en cuenta todos los aspectos de la complejidad anteriormente señalados.

Se requiere además un funcionario público con valores. Un funcionario que sea capaz no solo de responder a la visión y misión institucional, lo cual es muy plausible, sino que sobre todo sea capaz de actuar y responder desde la perspectiva del usuario manteniendo siempre los principios de justicia, equidad y sostenibilidad. Tener en mente que la función pública es de servicio con los más altos estándares de calidad y ello implica no perder de vista la sostenibilidad. No se trata solo de cómo se facilita el desarrollo de negocios (los cuales son muy importantes por cierto) sino de cómo se construye la sostenibilidad de los paisajes forestales. Transparencia y lucha decidida contra la corrupción son elementos claves para avanzar en el sentido de la sostenibilidad.

Todo lo mencionado arriba implica entonces una adecuada conjugación entre los procesos de fortalecimiento de capacidades y la gestión del conocimiento. Abordar los retos de la complejidad de la gestión de paisajes forestales sostenibles implica la generación y desarrollo de los talentos humanos con pensamientos críticos y capaces de administrar la energía cultural en la dirección de los objetivos del desarrollo sostenible. Eso exige de los funcionarios enfoques y prácticas de participación, de diálogo intercultural, de inclusión, de derechos humanos, igualdad y equidad de género.


Escrito por

Rodrigo Arce

Forestal social y facilitador de procesos sociales. Escribe sobre temas socioambientales.


Publicado en

Comunidad socioambiental

Un espacio para reflexionar, proponer, construir, deconstruir y reconstruir sobre las interacciones entre ciencias sociales y ambientales.