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fuente: www.inforegion.pe

El ciudadano forestal: reflexiones de cara a los nuevos retos del desarrollo forestal sostenible

Comunidad socioambiental

Rodrigo Arce Rojas

Publicado: 2015-02-04

Cuando se habla de gobernabilidad, es muy corriente encontrar que su interpretación va por distinguir las autoridades por un lado y los gobernados por el otro, o dicho de otra forma “entre administradores y administrados”. En tal sentido, la mencionada “gobernabilidad” estaría condicionada por el paradigma del Estado Nación y su modelo adjunto de democracia representativa. En este entendimiento muchos colegas que, eventualmente ocupan el cargo de autoridades, podrían estar entendiendo que gobernabilidad hace alusión al ejercicio del poder, al hecho de cómo hacer para que los usuarios forestales cumplan las leyes. Podrían estar entendiendo que gobernabilidad se refiere a un sistema en el cual existe paz y armonía social por que los usuarios cumplen su rol de acatamiento a las leyes. 

El problema está que el modelo hace aguas porque hace rato que el concepto Estado Nación está en crisis, aunque cada vez se cae en cuenta de la necesidad de Estados sólidos, la democracia representativa ha mostrado sus límites y porque los ciudadanos ya no quieren aceptar un rol pasivo y exigen participación. Es decir, de una ciudadanía pasiva reclaman ejercer una ciudadanía activa y exigen participar no solo con su voto o con la consulta esporádica y manipuladora sino con su voz y su propuesta. La democracia participativa tiene actualmente en los procesos de construcción colectiva del marco normativo forestal y en los procesos de consulta previa expresiones tangibles y medibles de su contribución a la gobernanza forestal.

Consecuentemente, nosotros estamos entendiendo la gobernabilidad como la participación activa en la toma de decisiones, forestales en este caso, en la configuración del escenario ideal de desarrollo forestal, en la (re)definición de roles y en la democratización del poder. Estamos haciendo referencia a un nuevo pacto social en el que todos y todas nos comprometemos por manejar y conservar los bosques con profundo sentido ético. Ello no es ajeno al concepto de rentabilidad pero es una rentabilidad responsable en el tiempo, en el espacio y con todas las formas de vida y con todas las manifestaciones culturales.

La ciudadanía es un proceso que involucra tanto al Estado como a la sociedad civil. Como forestales podemos desempeñar el rol coyuntural de autoridades o usuarios pero ello no desdice de la necesidad de trabajar de manera conjunta para definir el buen gobierno y las mejores prácticas para el manejo y la conservación de los bosques. Independientemente de nuestro rol todos somos ciudadanos o idealmente deberíamos serlo.

En su concepción clásica, el elemento definitorio de la ciudadanía es la pertenencia plena de un individuo a una comunidad. Esta pertenencia está dada por el reconocimiento de un conjunto de derechos garantizados por el Estado, los cuales han sido clasificados en: derechos civiles (vinculados principalmente a la libertad de expresión, de asociación y de acceso a la justicia); derechos políticos (como la posibilidad de elegir y ser elegido para cargos públicos); y derechos sociales (que en sentido amplio están ligados al resguardo de condiciones mínimas para el desarrollo de una vida digna).

La ciudadanía forestal se da de manera individual y de manera colectiva pero nunca contrapuesta sino más bien de manera complementaria y sinergética. Se requiere que haya una fusión creativa entre desarrollo personal y desarrollo colectivo porque el binomio individuo-sociedad es indivisible y el desarrollo del uno alimenta al otro.

Hablar entonces de un ciudadano forestal es hablar de un ciudadano crítico y consciente que comprende, se interesa, propone, reclama y exige sus derechos forestales y que a su vez, está dispuesto a ejercer su propia responsabilidad forestal. El concepto de ciudadano forestal involucra dos nociones clave: igualdad y sostenibilidad que deben marcar el pensar, el sentir, el obrar y el proceder del forestal.

Significa entonces que trabajar por una ciudadanía forestal inclusiva es pensar en un esquema de ejercicio de derechos humanos de todos los actores. Por ello es que todo esquema ligado a la corrupción es muy ajeno a una ciudadanía forestal. Trabajar en términos de equidad es uno de los grandes retos para fortalecer la ciudadanía forestal. Por lo mismo es de crucial importancia fortalecer mecanismos de genuina participación. En esta perspectiva, trabajar de manera sensata la información oportuna, dosificada y culturalmente pertinente a los actores locales es una condición fundamental. Así mismo, el fortalecimiento de capacidades y las condiciones materiales para hacer viable la participación de los actores locales representativos y legítimos.

De ahí se desprende que la lucha frontal contra la corrupción, el destierro de toda forma de verticalismo, autoritarismo, nepotismo y politización son los grandes retos de la ciudadanía forestal. Por lo mismo la más amplia participación en todos los espacios de diálogo y concertación forestal, comités de gestión, plataformas y movimientos sociales en torno al manejo forestal sostenible y la conservación de los bosques son auténticas expresiones de ciudadanía forestal.

Sea que estemos hablando del ciudadano forestal o el forestal ciudadano el compromiso es con el patrimonio forestal, la biosfera y con la sociedad toda. En el mundo ya hay valiosas iniciativas en torno a la ciudadanía ambiental y empiezan a consolidarse experiencias de ciudadanía forestal a partir de la formulación participativa de las políticas públicas forestales y de espacios reflexivos propositivos como los de las Plataformas de Manejo Forestal Comunitario. Se avizoran además importantes espacios de participación en el SINAFOR, CONAFOR, Unidades Técnicas de Gestión Forestal, Unidades Técnicas de Manejo Forestal Comunitario, entre otras importantes instancias de concertación forestal.

La ciudadanía forestal por tanto no es un concepto ajeno ni lejano sino un concepto y una práctica que debemos ejercer. Solo en la medida en que nos comprometamos decididamente a ejercer nuestros derechos y cumplir con nuestras obligaciones forestales podremos hacer que la profesión forestal adquiera ciudadanía universal. Así como existe el concepto de ciudadanía planetaria necesitamos recuperar un profundo respeto por toda forma de vida y manifestación cultural. La rentabilidad viene por añadidura pero con un sentido profundo de redistribución. Para hacer que todos y todas agradezcan al bosque por sus múltiples beneficios y por el solo hecho de existir.


Escrito por

Rodrigo Arce

Forestal social y facilitador de procesos sociales. Escribe sobre temas socioambientales.


Publicado en

Comunidad socioambiental

Un espacio para reflexionar, proponer, construir, deconstruir y reconstruir sobre las interacciones entre ciencias sociales y ambientales.